Europa tiene mucho de desierto religioso. La sequía espiritual hoy es la nota
dominante. Lo religioso no inquieta ni preocupa a los jóvenes, da la impresión. Y
las expresiones religiosas, bastante reducidas, devaluadas y ritualistas parecen
ajenas a las preguntas fundamentales de la persona actual en esta modernidad
líquida.
No todo es así. Acabo de venir de Munich, de la Misión de Habla Española, de
confirmar a 31 jóvenes, 8 adultos de once nacionalidades de Europa y de
América Latina.
En estos tiempos recios, de fuerte secularización, de olvido de Dios, el grito de
los emigrantes, desde sus pobrezas de soledad, de vulnerabilidad, de abandono,
de desesperanza se hace “cuasisacramento” en la presencia de las Hermanas
del Santo Ángel: Vicenta, Floren, Justa y Teresita, en comunión estrecha con el
capellán de la Misión Alberto Martínez y los sacerdotes José Antonio Arzoz,
Alberto Torga, José Luis Gambra, fallecido, y los laicos comprometidos que les
acompañan y les han acompañado. Saben dar respuestas de buenas
samaritanas para saciar el hambre de Dios y el hambre de pan y las peores
hambres de valores: justicia, paz, amor, solidaridad, caridad, esperanza…
La Misión Católica de Habla Española de Munich, como otras, está
comprometida con aquel imperativo de la Evangelii Nuntiandi, de Pablo VI, en
1975: un elemento esencial de toda evangelización es la promoción humana de
TODO el hombre y de TODAS mujeres y hombres. Las HH Angelinas, Alberto
Martínez y Juan Antonio Torres han hecho presente el evangelio del Reino entre
los emigrantes: expertos profesionales, técnicos, personas vulnerables, presos
en la cárcel, enfermos…
Lo cual constituye un nuevo paradigma eclesial, a la hora de evangelizar, de
plasmar el proyecto de humanización de Jesús, orante profundo que pasaba las
noches en oración, pero se dedicaba a curar enfermos, dar de comer al
hambriento y cuidar las relaciones humanas para una buena convivencia.
Hoy en la Iglesia tenemos que valorar, poner en práctica estos signos, estas
presencias significativas, legibles, creíbles para lo jóvenes de hoy. Marcar el
énfasis en la dimensión social y caritativa de la comunidad cristiana, hacerlo con
tanta intensidad, como en las otras dos dimensiones, religiosa y sacramental.
Allí, en la Misión de Munich, las celebraciones de la eucaristía dominical, con la
participación real de niños, jóvenes y adultos, son expresión de que existe
comunidad creyente, comunidad de pertenencia y de referencia que constituyen
la segunda familia de los emigrantes.
También valoro la Misión “ad gentes”. Así lo testimonian las misiones de las
Hermanas del Santo Ángel en El Mali y del Proyecto Hombres Nuevos en Bolivia.
Hemos sentido la caricia de Dios a través de sus gestos de solidaridad y
comunión con nuestra gente empobrecida.
Por todos los medios hay que alargar y prolongar la presencia del Santo Ángel,
del incombustible Alberto Martínez y del Padre Juan Antonio Torres, benedictino.
Nicolás Castellanos Franco osa
Obispo Emérito de Palencia