Clausura del XI Encuentro OMP España, "Os deseo que seáis jirafas"


Esteban Aranaz, Luis Miguel Avilés, Enrique Figaredo, Cristina Castillo y Gelyn Javate
Esteban Aranaz, Luis Miguel Avilés, Enrique Figaredo, Cristina Castillo y Gelyn Javate.


Monseñor Enrique Figaredo, prefecto de Battambang (Camboya) fue el invitado especial de las XI Jornadas de Formación para Empleados y Voluntarios de Obras Misionales Pontificias (OMP), dedicadas a “Asia y Oceanía”, que se celebraron en Madrid del 27 al 28 de febrero.-.

A los más de 140 empleados y voluntarios de OMP llegados de todas las diócesis de España, les dijo que si los misioneros tienen ánimo “es porque sabemos que hay una retaguardia que nos cuida, nos anima y nos apoya”.

“Somos capaces de tener ilusión porque tenemos hermanos y amigos que nos apoyan”, subrayó.

Al agradecer la invitación para participar en este Encuentro al director de OMP, Anastasio Gil, monseñor Figaredo deseó a los asistentes “ser jirafas”, un símbolo del liderazgo y la comunicación que el prefecto de Battambang practica y desea. Lo explicó diciendo que “la jirafa es el animal terrestre con el corazón más grande (5 kilos de peso) (para bombearla hasta la cabeza con las más altas vistas)  y una visión de larga distancia que es capaz de hacer que otros le sigan cuando corre al advertir un peligro”, es decir, que tengamos un corazón abierto y entregado a los hermanos, que tengamos mirada "con perspectiva", llena de sabiduria, a largo plazo, que seamos líderes en la "selva" de la sociedad moderna donde nuestros hermanos nos sientan cercanos y serviciales y así les podemos guiar hacia el bien y alertar ante el mal; y que el alimento sea Jesucristo sacramentado y el Espíritu, con las buenas obras.

Asimismo, “el obispo de la silla de ruedas” –como se le conoce por su trabajo con los discapacitados víctimas de las minas antipersona– afirmó que “merece la pena que la Iglesia esté presente en todos los rincones del mundo” y “que si nuestra fe no nos lleva a ser misioneros no somos cristianos”.

Respecto al modo de comunicar la fe dijo que no se trata de ninguna “estrategia”, sino de que “la fe viva hay que mostrarla en la manera de vivir y expresándola con tranquilidad”. No se busca “la eficacia”, sino “ser fermento” y “cuánto más te agaches, más eficacia tiene el fermento, porque así crecen las cosas”.

Monseñor Figaredo usa la primera imagen que vio al llegar a Camboya (la de un único árbol emergiendo en medio de un arrozal) para explicar la vida solitaria del sacerdote católico en un país de 15 millones de habitantes, con apenas 30.000 católicos (60 sacerdotes y tres obispos en toda Camboya). Ese árbol es un signo que le sirve también para decir que cuando llega un misionero, “Dios ya estaba allí”, y lo que el misionero hace es encontrar “los modos de presencia” de Dios.

El prefecto destacó la religiosidad del pueblo camboyano y cómo las tradiciones ancestrales configuran su cultura. La fe católica las respeta y acoge sus valores, purificando lo que les aleja de Cristo. En este sentido, los procesos catequéticos son largos (no menos de 3 años), porque hay que aprender a rezar y vivir como cristianos”.

“Estamos trabajando para que se establezca la Iglesia”, comentó el obispo, que sucede en Battambang a un obispo mártir.


Finalmente, el misionero recordó que si es cierto “el lujo asiático”, hasta límites difíciles de encontrar incluso en Occidente, también es cierta “la probreza asiática” y comentó que un criterio de evaluación para seleccionar a los voluntarios que le ayudan es preguntarles: “¿Cuántos amigos pobres tienes?”